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Las
veredas grises y desiertas y el pavimento callado de las calles
negras forman una suerte de íntima y secreta Venecia donde
cada esquina es el cruce de dos ríos brumosos, oscuros, en
mutua indiferencia, delimitados por prolijos cordones cenicientos
que hacen de involuntarias orillas.
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Humilde
creación de índole fragmentaria y aspecto tal vez caótico,
referida a una serie de eventos que bien podrían llamarse cotidianos,
pero tal vez -a vuestro juicio quede- con cierta estética cuyo
valor juzgaría no del todo endeble.
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Un
tragi-cómico señor lleno de desaveniencias decide
vengarse. El Universo le replica, por teléfono, dándole
a entender qué tanto vale para él un insatisfecho
dentro del inquebrantable esquema cotidiano.
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A lo
largo de este ficticio cuento, un anciano historiador de Buenos
Aires, que reflexiona sobre la vejez y la natural soledad, charlando
con su propia viuda, se reencontrará con un viejo amigo que
le otorgará, de una manera inequívoca pero atroz,
un compendio de razones psicológicas y científicas
que formarán parte de su último legado para el Departamento
de Historia. Un homenaje a los últimos cuentos de Adolfo
Bioy Casares.
Obra
ganadora del Ier Concurso Desequilibros de creación en la
modalidad de relato. Año 2003
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La
juventud clase media-alta argentina ha acuñado en los últimos
tiempos una nueva expresión coloquial. Nada. Es así
pues que, por ejemplo, cualquiera de estos pibes de clase media-alta
dice: "Fui a Roma, este verano, y bueno, nada." O también:
"- ¿Qué hacés? - Estudio; nada".
Aclarado lo anterior, de alguien a nadie, lo siguiente es legible
porque bueno, "nada."
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Cuántas
veces me pregunto si esto no es más que escritura, en un
tiempo en que corremos al engaño entre ecuaciones infalibles
y máquinas de conformismos.
Julio
Cortázar.
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"Una
mujer está sentada sola en su casa. Sabe que no hay nadie
más en el mundo: todos los otros seres han muerto. Golpean
la puerta."
Thomas
Bailey Aldrich. Works, vol. 9 pág 341 (1912)
(esto
pasa muy a menudo, a nuestro alrededor, y todos vemos esos gritos
sordos)
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Cuántas
veces me pregunto si esto no es más que escritura, en un
tiempo en que corremos al engaño entre ecuaciones infalibles
y máquinas de conformismos.
Julio
Cortázar.
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"Y vos, en el proscenio de un frívolo destino, / sos frágil marioneta que baila sin cesar."
Marionetas. Tagini-Guichandut, 1927.
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