A menudo me he detenido a pensar en aquella tarde, cuando su padre y yo salimos del Concesionario con las llaves del coche usado que le íbamos a regalar. Tratando de imaginar qué no hubiera ocurrido si aún conservara el ciclomotor, el mismo que yo odiaba pero que con el paso del tiempo he apreciado hasta el punto de echarlo en falta.