microcuento.

[1] No se trata de omitir la presentación del relato, sino de que ya no quede claro en absoluto qué es la presentación, cuál el nudo y si llega a existir un desenlace.
Próximo al minimalismo posmoderno, la micronarrativa, contiene los ingredientes de nuestro tiempo: velocidad, condensación y fragmentariedad, y por eso le augura un desarrollo auspicioso.

EL QUE ESPERA.
Diestro y original a la hora de contar historias sobre desasosiegos, el autor de "Bariloche" incluye en este libro un "epílogo-manifiesto" en defensa del microcuento.
Anagrama, 2000

ANDRÉS NEUMAN

[2] El minicuento como género literario se ensambla entre la brevedad del cuento y la rotundidad del aforismo.

El minicuento es (...) un relato de muy pocas líneas que, por la brevedad y precisión en su vocabulario, crea la intensidad suficiente para turbar al lector.

[3](...) el microrrelato tensa un arco desde donde dispara certera flechas a nuestras maneras rutinarias de leer.

HACIA UNA TEORÍA DEL MICRORRELATO HISPANOAMERICANO

DAVID LAGMANOVICH
Universidad Nacional de TucumánTucumán, Argentina

Artículo completo en: http://www.cidi.oas.org/Lagmartrib96.htm

[4] Lo que ha dado en llamarse "cuento brevísimo", "micro-cuento" o "mini-cuento" no es simplemente una afición secundaria, apta para la nota humorística, el ingenio verbal o la relación anecdótica, si bien muchos de sus cultores aficionados no superan estos niveles. Escritores de reconocido talento como Jorge Luis Borges, Julio Cortázar, Cristina Peri Rossi, Eduardo Galeano, Luisa Valenzuela y otros, han renovado las opciones expresivas de la ficción breve. Y autores como Alfonso Alcalde, Alfredo Armas Alfonzo, Enrique Anderson-Imbert, Juan José Arreola, René Avilés Fabila, Marco Denevi, Andrés Gallardo, Hernán Lavín Cerda, Augusto Monterroso, han canalizado su creatividad fundamentalmente en esta modalidad narrativa de variada filiación cultural, cuyo rasgo común (aspecto que no constituye, de por sí, una diferenciación canónica) es su notoria concisión discursiva.

BREVÍSIMA RELACIÓN SOBRE EL CUENTO BREVÍSIMO

JUAN ARMANDO EPPLE
Universidad de Oregón Eugene, Oregón, U.S.A.

Artículo completo en: http://www.cidi.oas.org/Epplerib96.htm

 

 

Javier Millán.

Zaragoza, España

 

He imaginado tantas veces que le hacía el amor a Laura, que las ilusiones se han vuelto recuerdos.


 

 

Mientras yo la dejaba y ella era dejada por mí, yo lloraba y ella no: inmejorable resumen de lo que nuestra relación fue.


 

Tras darle más vueltas de las necesarias a la cucharilla en el café, él levantó la cabeza, la miró constreñido, y le dijo:

-No eres tú, soy yo...

Y de este modo vengó a todo el género masculino, por los siglos de los siglos.


 



Eduardo empezó a consumir con frecuencia pescado el día en que comprobó que una nueva pescatera, de ojos brillantes y naricilla respingona, había comenzado a trabajar en el mercado.

Eduardo no llegó a hablar con ella nada más allá de lo que se circunscribía al mero..., al mero intercambio de información entre vendedor y cliente (“qué tiene hoy”, “cuánto le pongo”, etc), y no se casó jamás ni con ella ni con ninguna otra mujer, pero vivió cerca de 110 años gracias a la ingesta repetida de ácidos grasos poliinsaturados que una dieta basada en el pescado ofrece.


 

J. Sola

 

 

El reloj

Regaló su reloj de oro a un anciano desheredado,

desde entonces sintió un alegre tic-tac dentro de su pecho.


 

María Gabriela Abeal

 

 

Olimpiadas

Junté la plata.
Discutí con mi familia.
Olvidé las bombas en los aviones.
La muerte del día a día en mi tierra.
La injusticia.
Las lagrimas.
El desamor.
Pero no los sueños.
Partido de fútbol 4 a 0, cartel en la tribuna que simplifica:

TEVEZ POR VOS VIAJE A GRECIA.............


 

Alex Millán Arrazola.

5 años

 

A mi primo...

Soy el monstruo de tus pesadillas horribles...


 

Mica Mafalda

 

"Inimaginables son las horas que se pierden imaginando."


 

Edgar Brizuela Zuleta


Hormiga

No podía ser, me decía. Era una idea absurda, que me podría haber parecido hilarante, si no hubiera sido cierta. Pero era verdad. Aquella pequeña hormiga, la misma que había deshecho entre mis dedos minutos atrás, estaba nuevamente junto a mí y me miraba desde su pequeñez. Parecía que me tentaba a que lo destruyera de nuevo, para volver a aparecerse con la misma insolencia de quien tiene un plan y lo ejecuta a ultranza.

Se que lo podría haber tomado entre mis dedos y haberlo apretado y estrujado hasta que se deshiciera, hasta que sus minúsculas partes se volatilizaran y no quedara de él más que una pequeña huella, una marca apenas imperceptible y un sabor salobre si hubiera llevado mis dedos a la boca.

Pero, qué sentido tenía en estas condiciones, destruir lo que parece indestructible, aquello que por ser tan sutil, parece no existir; pero sin embargo, existe, vive, come, anda y como hace ahora, tiene la facultad de molestarme.

Quizás dada su misma pequeñez ejecutaba sus actos guiado por una conciencia superior, que talvés fuera yo. Quizás era yo mismo quien lo guiaba hasta mí, quien de alguna manera lo atraía como símbolo absurdo de mi incompetencia para arreglar ciertos asuntos


 

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