El sicario
(El sicario entra en los aposentos del rey; mientras, éste, pasea nerviosamente de un lado para otro. Cuando ve al sicario se queda en el centro de la sala.)
Rey: -¿Ya está hecho el trabajo?
Hablad, os escucho.
Pero, ¿Por qué querríais
vos matar,
a un hombre de tal dineral,
si vos tenéis un superior capital?
como el cuerpo que acabáis de enterrar.
(El sicario se ríe con unas sonoras carcajadas que no es capaz de aguantar)
Está abajo, en un carruaje.
Bajad, abrid la puerta,
Y pagadme el peaje.
Rey: -¿Pero que habéis hecho desgraciado?
Como osáis traerme, al ahora muerto anciano.
Sicario: -Vos no me dijisteis nada de enterrar,
Yo simplemente acato ordenes
sin pensar.
Vos dijisteis: mil monedas cobrarás
si a media noche cuando vuelvas
el viejo conde muerto está.
Rey: -Lo de enterrar es cuestión de pensar.
Cuando se mata a una persona
bajo tierra se ha de encontrar.
Sicario: -Nunca os fiéis de un sicario,
Matamos por dinero.
Es algo monetario.
Rey: -Sois una criatura vil,
malvada y ruin.
Sicario: -Alto mi Rey.
Dadme las mil monedas.
Y si no, según las leyes,
por mis manos moriréis.
Rey: -No merecéis cobrar,
pero si como el anciano no quiero acabar...
Bah, da igual,
Tomad las mil monedas,
y marchaos ya.
(El rey saca de su cinturón una bolsa de cuero con el dinero)
Rey: -Tomad criatura infernal.
Vuestro premio es vuestro dineral.
Sicario: -Quizá necesitéis otro recado.
Vos me mandáis y yo lo mato,
Vos me ordenáis y yo lo hago.
Rey: -No me atormentéis más con vuestras
palabras.
No me entretengáis con vuestras patrañas,
idos sin más, sin molestar y sin a nadie matar.
Pero es más, creo que os interesa algo,
No muy lejos de aquí hay un rey con muy buena mano.
Muchos enemigos y poco explicativo.
Sicario: -Decidme pues dónde es ese reino...
Rey: -¡El infierno!
(El rey saca una daga y en el pecho se la clava, seguidamente en el cuello y en el abdomen, lo carga en el carro y dice al cochero)
Rey: -Al cementerio
Cochero: -Como vos mandéis, mi Rey.
Rápido y sin demora
le llevaré.
© 2005 - Daniel Caballero