El vestuario
de la existencia
La existencia
todo se lo pregunta
Y vestida de por
qué va probándose teorías
En las tiendas
de supuestas verdades.
Nunca se
conforma, si es conciente, siempre será exigente
Y dirá: esta verdad
ya no me cabe, esta no me satisface
Quiero una
verdad de calidad, esta es muy barata
Y así
transcurrirá su recorrido por el centro de la vida.
Lo material no
vive en ella, su paga es la fe
Y aunque su
dueño no lo sepa siempre estará de compras
Acompañada por
su fiel amiga: la conciencia.
Siempre le
preguntará como le queda cada verdad.
Y a pesar de que
su insistente dueño el egocentrismo,
Luche por
detenerla, ella siempre se escapa
Gastando
toda su paciencia.
Continuamente se
tentará con las liquidaciones
Pero no
invertirá su arduamente ganada fe
En seguras
desilusiones.
Cree saberlo
todo, cuando estrena una verdad,
Y vuelve a
caminar con la verdad que tuvo que emparchar.
Observa verdades
ajenas, las pide prestadas
Las puede devolver
estropeadas
Por que no supo
valorarlas.
Las cuida, las
protege, las lava con la perseverancia
Cuida su color
con la felicidad, las blanquea con la
comprensión, cuando se ensucian con el dolor, las tiende en las cuerdas
del alma, las seca a la luz de la
esperanza, pues si se mojan con la lluvia de lagrimas,
Y las verdades se mezclaron y se destiñeron,
Sabrá que llegó
la hora de cambiar su vestuario.
La sufrida
existencia ya no quiere verdades de moda,
Y para aquella
verdad tan cara, hace falta mucha fe
Y aun no le
alcanza.
¿Quién podrá
ayudarme a obtener aquella verdad?
¿Quién podría
tener tanta fe como para prestármela?
Le preguntó a la
paciencia, pero la estaba utilizando,
Le preguntó a la
esperanza, pero se la prestó a la paciencia
Le preguntó al
dolor, pero llorando le respondió que la perdió.
Le preguntó a la
inocencia, pero se la guardo a la juventud.
Le preguntó a la
felicidad, pero la quiere disfrutar.
Le preguntó a la
comprensión, pero la necesitaba mas el dolor.
Quiso
preguntarle a la perseverancia pero antes de llegar se cansó.
Sólo quedaba el
alma, pero ella tan ocupada le respondió: ¿por qué no le pides al amor que
tiene de sobra?
Y ella se vistió
de paciencia, y al él llegó:
Amor: ¿Tu puedes
prestarme un poco de fe?
Y el amor contestó:
¿Cómo crees que haz llegado hasta mí? Ya no habrá mas teorías, ni verdades
compartidas, soy yo la verdad que tú tanto querías.
Romy Villar ©
2003