Estás perdido, vencido, no puedes con
él.
En su aparente fragilidad, se esconde
el más cruel autoritarismo.
Estás bajo sus decisiones, no hay
excusas ni perdones.
Dominante bajo su roja máscara,
principal causante del llover de tus ojos.
Depende tu vida, tu respirar, tu
despertar, imposible escapar de su presencia.
Ríndete bajo sus ordenes, hazle caso,
no hay opción.
Un latido por un suspiro, esa será su
condición.
Encadénate a sus anteojos, porque dicen
que sabe más que nadie, él es dios de tu carne, su poder es inigualable.
No puedes, no insistas, tiene la
potestad de tu vida, y su razón desconoce cualquier otra razón.
Vive de tu sangre, por la sangre, que
se agita cuando te exige imposibles.
Tus nervios lo exasperan, lo
estremecen, veloz si pierdes el control, él domina la situación.
Resígnate bajo su poder, quizá algún
día lo comprendas y lo empiezes a respetar de a poco, de cuando te obligue
soporta las consecuencias de sus actos, atrévete a contradecir sus órdenes...
no podrás.
Sé su súbdito, sé su esclavo, no te
avergüences de ser su prisionero, porque al fin y al cabo, todos lo somos.
Él es quien me envio a escribirte, lo
conoces?
Obedece ... él es, el rey “corazón”.
Romy Villar © 2003