Sitios

 

Todo indicio de razón,

se me ha envuelto entre la sombra.

Sólo escucho aquella voz,

que en mi silencio te nombra.

No convergen en mi cita

más que viejos fundamentos,

que a esta mi mente marchita

le sirven hoy de alimento.

Que apaciguan estas ansias,

que, de verte, van hiriendo

y ya han esparcido manchas,

en mi espacio y en mi tiempo.

Es tan humilde la espera

y tan terrible el tormento,

que he llegado a creer

que laten mis pensamientos.

Que construyo sobre el mar

y por eso es el naufragio.

¿Quién no puede precisar

en desventura el presagio?

He de cruzar este puente

que a otra vida me conduzca;

pero... ¿he de hallar quien libere

mi corazón que te busca?

 

Milva Passerini © 2003

 

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