Tierra

 

Solamente  un Rifeño, que en su mente,

Las montañas del Atlas añorara,

Pudo atreverse a colocar su alcázar,

Arrogante,  junto al nido del águila.

 

Debajo el pueblo, medio adormilado,

Se defiende del sol que lo atenaza,

Con la brisa del verde de sus huertas,

Que sostienen la vida en sus terrazas.

 

Media luna de piedra y de ladrillo,

Acariciando la roca en la ladera,

Miras con calma el seno de tu río,

Y la gris construcción que te supera.

 

He recorrido contigo cada calle,

Guía perdida por las antiguas casas,

Ojos abiertos a todos los detalles,

Y yo te siento mucho más cercana.

 

Relajada y serena, enamorada

De todos los rincones, embrujada

Por la flor y madera, que se abrazan

Con la piedra, de los tiempos salvada

 

Te imagino una noche, iluminada

Por una luna llena esplendorosa,

Su luz bordando en cada callejuela,

Jugando con las sombras más ancianas

 

Sentados juntos sobre la roca viva,

Alegres por la mutua compañía,

Estremecidos, por el frescor nocturno,

Y admirando una estrella que caía.

 

 

José Ortiz ©

ALQUEZAR, 17 de Junio de 1.998

 

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