Entramos, de la noche fugitivos
Salvando los obstáculos, furtivos
El pulso acelerado, tensas las manos
Hasta lograr triunfar de los humanos
Entonces pudimos mirarnos a la cara
Y descubrir con nuestra mente torpe
Que había hogueras que se encendían solas
Al tacto de los dedos
Al sabor restallante de los besos
Al relámpago moreno de tu cuerpo estremecido
Que fue encontrando soles
Donde solo soñó encontrar vientos alisios.
Dos bendiciones, ingenuamente desveladas
Marcaron el comienzo del domingo
Lento domingo hasta llegar la noche
Y disipar la calma en los ardores
Y en tus hermosos ojos
Todo tipo de fuegos
Oscilando
Y yo cayendo en ellos
Ya me querías y yo ya lo sabía
Y a partir de ese instante, todo incierto,
Como un sueño febril, siempre a la espera
Del instante feliz de un nuevo encuentro
Las noches estremecen,
Se prolongan
En caricias ardientes
Hasta que el sueño rinde
Y las palabras y sabores dulces
De tus labios se enhebran
A los sueños
Las mañanas crueles.
Despertares fingidos,
Ayes sinceros
Y en tus ojeras
Reconozco mis culpas
Y mis penas.
Pero mayo nos regala un día primero
Para estrechar afectos
Para vivir el primer día juntos. Ascendemos
Hasta el dosel del lecho de la ciudad bonita
Para vernos con Dios en su morada
Y rogarle venturas que permitan
Inclinar el futuro a nuestro gusto
Y seguir acercándonos. Y lágrimas cayendo
Al vivir otra vida en la pantalla grande.
Y llega tu victoria.
Soberbia en tu belleza
Rindes la leve coraza de los hombres
Y la envidia sutil de las mujeres.
Blanco el vestido y blanco de los dardos
Que otros ojos arrojan a tu paso
Soñando siempre en encontrar respuesta.
¡ Dulce “Arrecife”
Escala para amantes
El vino dulce
Los besos adheridos
A nuevos besos
A sueños
A deseos
Y música enredada!
Promesa rota de noche enfebrecida
Acumulando fuerzas, sin duda destinadas
A soportar serenos
Despedidas
Solo Septiembre nos dona una esperanza.
No está tan lejos
Y nos dará consuelo
si sabemos cumplir
Nuestras promesas.
José Ortiz © Bogotá, Mayo de
1.991