Mini tango

 

apoyado en el portal de la casa de la vieja,

esperaba cada tarde tu zarandeo al pasar.

con la mano en el bolsillo,

baja y de refilón la mirada, a favor del viento

prendía el pucho recién comprado.

guaita, que en el macho recio jamás fui en el conventillo..

con las minusas amable, y siempre bien educado

caían una por una en mi bolsillo trasero.

vos me tenias prendado

con tu boca carmesí,

tus faldas siempre largas

agradecía al de arriba, cada segundo de viento

que dejaba ver tus tobillos.

supongo que de mis labios esperabas casamiento,

pero la religión impartida en el café de la esquina,

nunca permitiría atarme siempre a tu pierna.

 

María Gabriela Abeal © 2004

 

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