Y todo era verdad

 

En una larga siesta de calor tropical
que presagiaba lluvia (que llegó)
he soñado que estaba en un lugar lejano,
y no sabía volver,
y luego busqué mi casa, y la encontré, y no había nadie,
y no tenía dinero, ni amigos, ni consuelo, ni recuerdos ni futuro,
ni papel ni teléfono,
ni nada.
Desperté, y era cierto.
Tomé un café sin leche, contemplando las nubes sin signos del poniente,
fumando un cigarrillo.
Es conveniente
tomar la nada con filosofía.

 

Elías F. Gómez García. © 2004

 

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