A mi padre

 

Pasó, padre, a aumentar el entendernos

el número de cosas imposibles;

ahora no estás, o estás en invisibles

regiones donde no podemos vernos.

Y sé que me querías, y yo te amaba

tanto a ti, pese a las desavenencias,

y al hondo divergir de tus creencias

con las que a mí mi tiempo me dictaba.

Ahora no estás; como siempre, la vida

se mostró avara, la muerte, temprana,

y te fuiste, y ya nunca nos veremos;

pero soy tú; la abrupta interrumpida

conversación prosigue; una mañana,

tarde o temprano, nos entenderemos,

y los dos, padre ausente, lo sabemos.

 

Elías F. Gómez García. © enero 2003

 

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