Quietud
gruesa, espesa
silencio
que zumba en mis oidos
pasan las
horas,
y no suena
las uñas
comidas
los labios
retorcidos, mordidos
un agujero
en el estómago
marea
revuelta en el cerebro,
y no llama
el techo
pesa
la tarea
aburre
la música
no evade
la
ansiedad me consume
y el
mensaje no llega
teléfono,
correo electrónico,
grabadoras
y contestadoras
apiádense
de mí
rescátenme
del olvido
o si no,
desaparezcan...
Edelina Valles
© 2002